El espíritu acosador
Cuando R… se fue a vivir solo, alquiló un departamento en una zona céntrica de la ciudad, era un piso pequeño pero confortable, en el que cabían todas las cosas que un soltero necesita para subsistir, podía llegar caminando a su lugar de trabajo, lo que le ahorraba gastos de transporte. Todo pintaba de maravilla. Pero tres meses después de la mudanza, algo comenzó a suceder en su casa, algunas cosas cambiaban del lugar en donde el recordaba que las había dejado, cada amanecer lo despertaban extraños ruidos en el baño, en la cocina, en las ventanas, en las puertas, como de algo que se arrastraba o que brincaba en el piso. Revisó todo minuciosamente, rincón por rincón, pensando que quizá un travieso roedor había llegado a hacerle compañía, pero no encontró nada. Los extraños fenómenos continuaron, sin que el pudiera encontrar alguna explicación razonable, así que solo le quedaba pensar en lo sobrenatural, un fantasma, un alma en pena, un duende o un espíritu acosador, pensaba que quizá el departamento estaba embrujado, porque allí había muerto alguien que no podía descansar en paz y estaba manifestándose de esa manera. Averiguó con sus vecinos al respecto, pero nadie recordaba que algo así hubiera sucedido.
R…decidió mudarse de ese lugar embrujado, cuando un vaso cayó de la mesa enfrente de él y lo hizo gritar de espanto. Se mudo varias veces, pero fuera a donde fuese, el espíritu acosador, lo seguía, lo molestaba, casi con el mismo patrón de ruidos. Investigó con personas, en libros, videos…y probó de todo, pero el fenómeno se detenía por un corto tiempo y después regresaba. Un día de octubre, y por suerte para él, conversó con una persona en el transporte público, le confió su problema a la desconocida, y esta le sugirió, que el día de muertos de ese año, que ya estaba cerca, R… colocara una ofrenda y encendiera una veladora al espíritu acosador, para darle luz y así ayudarlo a trascender. Así lo hizo y funcionó!